Pequeñas anécdotas del voto en la Argentina

Análisis y opinión05/11/2023Luis GasullaLuis Gasulla
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"El Oso", conocido puntero del PJ en Derqui, municipio de José C. Paz, se levantó temprano el domingo 22 de octubre. Tenía que organizar el escrutinio con la "muchachada". Volver a ganar en su escuela por más del 50% de los votos era el objetivo. Y a diferencia de lo que ocurrió en las PASO, los vecinos díscolos que no fueron a votar tuvieron un incentivo extra para darse una vuelta por el colegio donde es amo y señor. 

Postales como las del "Oso" de Derqui se repiten por las zonas más pobres del conurbano bonaerense. Es el momento en que el Plan Platita, la campaña del miedo y el microfraude se cruzan. La oposición lo naturaliza y evita utilizar la palabra maldita: Fraude. El periodismo profesional, el de "Corea del Centro" y el militante se unen para atacar a los que denuncian estos hechos: "No se puede poner en duda el sufragio universal porque atentan contra la democracia".

Esta semana escuché esa frase por todos lados. Me la dijeron los kirchneristas de Cristina, los de Alberto, los de Massa y hasta diputados de Juntos por el Cambio y de la Libertad Avanza. Mostré en televisión telegramas mal cargados, telegramas con un presidente de mesa familiar del fiscal partidario del PJ y planillas con 250 votos para el candidato oficialista y ningún voto para todos los candidatos opositores. ¿Sabés que pasó? El problema era el denunciante y sus pruebas. La noticia fue la desmentida de una Cámara Nacional Electoral que le tilda un "Me Gusta" a un mensaje de un actor K que exige no votar a Javier Milei por amor a la democracia. 

Los que atentan contra la democracia son los que violan la voluntad popular. 

En La Plata la elección fue "un desastre". Un diputado provincial cercano a Julio Garro, intendente saliente de la segunda localidad más populosa de la provincia, me confesó que pasó de todo en el comicio. En Los Hornos y Abasto aparecieron dos urnas vacías. Se abrieron 79 y la diferencia se achicó en 300 votos. Julio Alak pasó de ganar por 800 a 500 votos. Garro pidió abrir el total de las urnas, pero el juez electoral y militante Alejo Ramos Padilla le dijo que no. ¿A qué le temen? Hace siete días dije que sería un escándalo para el oficialismo si se daba vuelta la elección en La Plata. Hubiese generado una desconfianza absoluta del pueblo argentino a una posible victoria del PJ en el próximo balotaje. 

Pero La Cámara Nacional Electoral avaló los, entre comillas, minúsculos errores. 

Es matemáticamente imposible lo sucedido en Santiago del Estero: pueblos enteros en que Massa ganó por el 90% o, incluso, 100% de los votos. Nadie eligió otras opciones. Ni los familiares de los candidatos. Rápidamente, la Cámara y los oportunos muchachos de "Reverso" explicaron que la misma cantidad de mesas sin votos había obtenido Massa. No mostraron los telegramas. Es que ahí estaba el engaño. Gran parte de esos telegramas eran de mesas con 5 votos. ¿Me entendés? No es lo mismo sacar 0 votos en una mesa de 5 personas que de 265 votantes. 

Urnas embarazas, urnas vacías, telegramas dudosas, robo sistemático de boletas, remisería militante, fiscales infiltrados y carga de datos por militantes políticos. Son las inconsistencias de aquí y allá de un sistema electoral en el que se naturalizó que sino custodiás tus votos, te roban. Pero el peligro de la democracia es la derecha, dice la progresía K. En la escuela nos enseñaron lo que eran las elecciones en nuestro país durante el reinado del Partido Conservador, previo a la Ley Saenz Peña. Las similitudes con la actualidad asustan. 

En vez de cambiar el sistema, aprobar la boleta única de papel, controlar los comicios, advertir a los oficialismos sobre estas prácticas, ofrecerle clases de educación cívica a los presidentes de mesa y regularizar la cantidad de fiscales por partido político sumado a una transparente carga de datos con empresas proveedoras que no estén sospechadas de negociados con gobiernos populistas, la justicia electoral argentina esconde la mugre para que todo se mantenga igual que en la elección pasada. 

40 años atrás, Olmedo y Porcel lo explicaron  mejor que nadie en un país que se jacta de ser "el templo de la democracia".

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