Un tranvía llamado Milei

Análisis y opinión 19 de mayo de 2022 Pedro Lacour
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El otro día, un amigo me dijo algo referido a la actualidad de la profesión que me pareció muy atinado: hacer periodismo en la Argentina es como estar sentado en la mesa de té del sombrerero de Alicia. “Cada tanto todos cambian de lugar y se rebolean escupitajos”, me graficó. La metáfora podría ser extrapolable a la realidad cotidiana de nuestro país, que lejos estaría de ser precisamente “de maravilla”. Aunque tampoco faltan quienes que se autoperciben conejo blanco (*).

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La política argentina navega por aguas cada vez más desconocidas. La incertidumbre acerca del futuro de la vida material –simbolizada en una inflación interanual del 58%, el índice más alto en tres décadas– no solo perjudica al Frente de Todos, cuyas tribus se dirimen internamente entre pronósticos antagónicos. También salpica a los halcones y a las palomas de Juntos por el Cambio. De ese río revuelto de escepticismo social, parece haber un solo pescador que saca alguna ganancia: Javier Milei.

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En la presentación de su último libro, el fin de semana pasado en La Rural, el líder de La Libertad Avanza volvió a reunir a una buena cantidad de seguidores. Fue la oportunidad que tuvo de ratificar su anhelo de sentarse en el sillón de Rivadavia en 2023. “Si entro a la segunda vuelta, soy el próximo presidente de Argentina”, lanzó, optimista. Es que, según las últimas encuestas, Milei se consolida como una de las pocas figuras capaces de capitalizar –por derecha– el desencanto y la frustración cotidiana de muchas personas huérfanas de la grieta.

Algunas consultoras incluso se animan a aventurar que, si las PASO fueran hoy, el economista libertario sería el candidato más votado. De un sondeo reciente de Julio Aurelio-Aresco se desprende que lo elegiría el 20,7% del padrón, un porcentaje por encima del que cosecharía la propia Cristina Kirchner (19,9%). El estudio se hizo en abril, sobre una muestra de 2.490 casos de personas mayores de 18 años en condiciones de votar, que respondieron un cuestionario realizado de forma telefónica en todo el país.

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Son números que, así planteados, no dejan de llamar la atención. Para el analista de opinión pública Gustavo Córdoba, el dato está en la edad. Por más que Milei represente “ideas viejas”, su “nuevo envase” resulta muy atractivo para una enorme cantidad de jóvenes: la mayoría de sus potenciales votantes son menores de 30 años y se manifiestan o se informan de manera permanente en las redes sociales. Un segmento etario que, sin ir más lejos, fue el que lo catapultó el año pasado a la banca que hoy ocupa en el Congreso.

“Es gente que está enojada”, definen, por su parte, los politólogos Lucio Guberman y Alan Stummvoll en un artículo reciente de ElDiarioAr. Los autores aseguran que la mayoría de los seguidores de Milei nunca leyó a Hayek ni a Von Mises. Y que la ira que los moviliza corre el riesgo de no ser más que un “combustible potente” para impulsar “un ascenso fugaz”, sin garantías de convertir al economista en un presidenciable competitivo. 

En ese sentido, dicen Guberman y Stummvoll, tanto para Milei, como para sus fanáticos, el verdadero “nudo gordiano” de la Argentina no son los “problemas públicos” en sí, como la presión fiscal o los piquetes, sino los propios dirigentes tradicionales y “sus estructuras”. Y que ese “desprecio” hacia la negociación política es un límite para cualquier proyecto de poder que se pretenda exitoso.

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¿Pero es realmente el novel diputado un actor incapaz de tejer alianzas? Los coqueteos con Patricia Bullrich parecen decir otra cosa. Son atisbos incipientes de una racionalidad política en ciernes. A fin de cuentas, su intención de llegar a la Casa Rosada el próximo año está obligando al economista a rediseñar pragmáticamente toda su estrategia, con tal de contar con un armado robusto a nivel nacional para disputar en cada provincia.

Es cierto: para 2023 falta una eternidad. Sin embargo, hay algo que menciona Gustavo Córdoba que no deja de ser sugestivo: el fenómeno Milei irrumpió en un escenario donde la clase política pareciera no terminar de darse cuenta de que cuanto más intenta negarlo, más lo incentiva. Una derecha desinhibida que, apuntalada en el hastío social generalizado, tiene por delante el desafío de demostrar que no es una moda pasajera.

Bonus Track

Si todavía no hiciste planes, te invito a quedarte a ver la pelea del año, el próximo sábado 28. ¿Brian Castaño vs. Jarmell Charlo? No. Juan Grabois vs. Javier Milei. Acá te dejo el aviso publicitario de la entrevista que les hizo Jorge Fontevecchia para su programa Periodismo Puro. Agendalo y prepará los pocholos.

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*En el clásico cuento de Lewis Carroll, es el personaje que representa la sensatez y la responsabilidad.

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