A 30 años del atentado, el titular de la AMIA pidió "que la causa sea de una vez una cuestión de Estado"

Con la presencia de Milei, Amos Linetzky renovó el reclamo de justicia en el acto central, del que también participaron autoridades nacionales, porteñas, de la comunidad judía y familiares de las víctimas.

Política 18 de julio de 2024 Sección País Sección País
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Como cada 18 de julio a las 9:53, en la reconstruida sede de Pasteur 633 volvió a resonar la sirena que todos los años recuerda el peor atentado terrorista sobre suelo argentino. 30 años después, la AMIA buscó nuevamente fortalecer la memoria y redobló el reclamo de justicia. Participó del acto el presidente Javier Milei, junto a otras autoridades del Gobierno, de la comunidad judía y familiares de las víctimas del ataque. 

Luego del sonido que rememoró el horario exacto en que se inició aquel horror y de la lectura de los nombres de los fallecidos, seguido cada uno del tradicional "Presente", brindó su discurso el presidente de la entidad, Amos Linetzky, quien invitó a sus antecesores a acompañarlo sobre el escenario. "Que la causa AMIA sea de una vez una cuestión de Estado", lanzó.

Además, destacó "la decisión de este gobierno de declarar a Hamas como organización terrorista", y pidió que se profundice en "la conexión local" y el "encubrimiento" para "que se pueda juzgar a todos los responsables".

Luego fue el turno de subir al escenario de los familiares de cinco de las víctimas: Mirta Strier, Emiliano Brikman, Hugo Norberto Basiglio, Romina Bolan e Ileana Mercovich. 

Después de 30 años sin Justicia y de que la iniciativa de la expresidenta Cristina Kirchner para acordar con Irán el interrogatorio a los acusados en Teherán terminara rodeada de polémica, rechazo y resultados nulos, la actual gestión de Milei intenta implementar el juicio en ausencia para avanzar con el proceso que apunta a los iraníes, quienes han salido a cruzar al mandatario en las últimas horas.

Horas después de recibir la velada amenaza y en la víspera del aniversario, el Presidente apuntó duramente contra el régimen de ese país islámico y cuestionó "la inacción" y la "ineptitud" de algunos sectores de la política y la Justicia. "No venimos a hacer más de lo mismo, sino a plantear un quiebre de lo que hicieron los otros gobiernos respecto a la causa", planteó en la víspera del aniversario. 

En el barrio porteño de Balvanera, el mismo que hoy recibió a los cientos de personas que se acercaron a conmemorar, homenajear y exigir una vez más justicia en medio de un fuerte operativo de seguridad, hace exactamente tres décadas una camioneta Trafic blanca convertida en coche bomba estalló contra la entrada del edificio de la AMIA, donde a siete minutos de las 10 de la mañana se desató el desastre.

La jornada es, a partir de ese momento, una de las fechas más negras de la historia reciente argentina. Pasaron los años y las décadas y ni la investigación judicial ni las acciones de los distintos gobiernos arrojaron luz y resultados satisfactorios para una sociedad que espera alguna vez saber la verdad del caso.

Las 85 víctimas eran personas que se encontraban dentro del edificio que fue blanco del ataque y otras que pasaban por la vereda o estaban en viviendas o en locales aledaños al momento de la voladura, cuyos responsables y perpetradores siguen impunes.

Si bien la comunidad judía de la Argentina es la más numerosa de América latina y una de las principales del mundo, el atentado -que se produjo dos años después de otro contra la embajada de Israel en el país- es considerado un ataque a toda la sociedad.

En aquella trágica mañana, el coche bomba cargado con 400 kilos de un explosivo de nitrato de amonio, TNT y nitroglicerina amonal, se estrelló contra el edificio de la calle Pasteur que hoy es monumento y recuerdo.

El estallido produjo entonces un cráter de seis metros de profundidad y daños materiales por 15 millones de pesos/dólares de la época, mientras que la onda expansiva dejó sin agua y sin luz a las manzanas vecinas y destruyó decenas de propiedades de la cuadra. Pero el daño es mucho más profundo y duradero, sobre todo cuando falta juicio y castigo a los culpables.

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