Villarruel sumó al gurú de Guillermo Moreno y rearma su núcleo de poder en el Senado

Victoria Villarruel empezó a rearmar su esquema de poder en el Senado tras la renuncia de la secretaria administrativa María Laura Izzo. El nuevo nombre que sacudió el tablero fue el del politólogo Mario “Pato” Russo, quien ya se mueve como asesor informal de la Vicepresidenta. Russo fue consultor de Javier Milei en la campaña de 2021, pero también trabaja con Guillermo Moreno, algo que incomoda tanto a los libertarios puros como al propio Presidente.

Aunque desde el entorno de Villarruel negaron que tenga aspiraciones políticas, en el Congreso dan por hecho que está consolidando un núcleo duro con cuadros de confianza en puestos clave. Además de Russo —a quien algunos ya describen como “el enemigo íntimo” de Santiago Caputo—, la Vicepresidenta empoderó a la directora de Auditoría, Iris Speroni, y al director de Seguridad, Claudio Gallardo, un exmilitar vinculado a César Milani que integró la inteligencia del Ejército durante el gobierno de Mauricio Macri.

El llamado “triángulo de Villarruel” está detrás de una reconfiguración quirúrgica del Senado. Tras la salida de Izzo, Villarruel no logró imponer a su amigo Emilio Viramonte, y la Secretaría Administrativa quedó en manos de Lucas Clerc, un radical. Ante ese escenario, la vice desplazó al director de Recursos Humanos, Gonzalo Izurieta, y al de Publicaciones, Federico Pávito. En su lugar asumieron Alejandra Figini y Griselda García Ortiz, ambas de su riñón.

Los movimientos se complementan con una purga silenciosa de contratos en despachos de senadores y el ingreso a planta permanente de personal afín a Villarruel. “Los senadores tienen que ir a pedirle que reincorpore gente y se vuelve una negociación política”, reconocieron en un despacho opositor.

Mientras tanto, en Casa Rosada miran con recelo la incorporación de Russo, que se define como el artífice de la fórmula Milei-Villarruel. “Russo es la síntesis entre Moreno y el nacionalismo de derecha. Un punto de encuentro que incomoda a todos”, deslizó un dirigente oficialista. En los pasillos del Senado no sorprende: hace rato que Villarruel empezó a jugar su propio juego.