“Cámara oculta”: topos, traiciones y la nueva guerra del Congreso
Un asalto sin robo, un juez con pasado, y un oficialismo que rosca en la sombra. El Congreso se volvió un tablero de control: no importa solo lo que se vota, sino quién entra, quién espía y quién desaparece del quórum.
Política02 de junio de 2025

La escena parece sacada de una serie berreta, pero ocurrió en el Congreso. Oficinas forzadas, cajones revueltos, computadoras revisadas. El despacho de Nicolás Massot, particularmente hurgado. No robaron. Buscaron. El mensaje fue claro: sabemos dónde estás.
El hecho ocurrió durante el fin de semana largo de Pascua, en el 6° piso de Rivadavia 1829. La Policía llegó tarde, no hubo pericias, nadie preservó las cámaras. La causa cayó en manos de Ariel Lijo. El mismo juez que quería Milei para la Corte. Dicen que los responsables son extranjeros con antecedentes. Todavía prófugos. Demasiada casualidad.
En Encuentro Federal lo leyeron como lo que parece: una advertencia. ¿Por qué Massot? Por su interés en fondos reservados de la exSIDE. Por su impulso a la comisión investigadora del caso $Libra. Por tocar temas que incomodan.
La obsesión por el tablero
En paralelo, el oficialismo opera en otra dimensión: la Cámara baja. Martín Menem se volvió el cancerbero del recinto. Su obsesión no es solo frenar leyes, sino evitar enemigos estratégicos. Se propuso bloquear la llegada de Emilio Monzó a la Auditoría General de la Nación. Cerca suyo lo dijeron sin pudor: “Artículo 1: cagar a Monzó”.
El mismo ímpetu aplicó para hundir la comisión del caso $Libra, donde la trama financiera, la custodia presidencial y los vínculos con estafas cripto rozan a Karina Milei. En el universo libertario, todo es personal.
No hay reglas claras. El radical Arjol votó con Milei los vetos… y lo dejaron afuera de la lista. En Misiones, LLA postula a un extenista, Diego Hartfield, y le pidió al radicalismo que se baje. Karina viajó a apuntalarlo, pero fue escrachada por los yerbateros y tuvo que suspender el acto. Ni la motosierra convence si viene sin yerba.
Cuerpo a cuerpo legislativo
En la Cámara de Diputados se juega algo más que leyes. Cada voto se conquista, se amenaza o se compra. La oposición llamó a una sesión para tratar temas previsionales y discapacidad. Menem, otra vez, se mueve para romper el cuórum. Esta vez, los gobernadores colaboran: Llaryora retiró tres diputados, Nacho Torres dos. Jalil suma dos más casi por rutina.
Unión por la Patria no logra coordinar. El radicalismo está fragmentado. La UCR bonaerense, cotiza bajo. De 27 intendentes, 10 no descartan un acuerdo con LLA… si les aseguran concejales. La pregunta no es ideológica. Es contable.
Cada bloque que se rompe, le sirve a Milei. Cada lista que se multiplica, también. El Congreso, sin mayoría oficialista, se convierte en un campo de maniobras. La rosca es quirúrgica, no ideológica. La misión es sostener el poder, no construirlo.
Villarruel, Britos y la vuelta al territorio
Victoria Villarruel también juega. Se alejó de sus viejos armadores, limpió su entorno y ahora se muestra con Guillermo Britos, el intendente excomisario de Chivilcoy. Fue quien la llevó a caminar territorio, lejos del mármol del Senado. Britos, vale recordar, fue fugaz candidato a gobernador por LLA antes de que lo bajara Carlos Kikuchi.
El retorno de Mario “Pato” Russo al entorno de Villarruel también es un dato. Russo fue uno de los artífices de la alianza fundacional con Milei. Luego fue expulsado por Santiago Caputo. Hoy vuelve al juego, pero del lado de la vice.
Villarruel ya no oculta su distancia. Mientras Karina blinda a los propios y purga al resto, la vice retoma agenda propia. Por ahora es sutil. Pero la acumulación existe. Y se mide en kilómetros recorridos.
Final abierto
En el Congreso ya no se debate. Se espía, se traiciona, se tapa. Hay mayoría invisible, minorías móviles y listas negras. El oficialismo no quiere construir institucionalidad: quiere controlarla. Y si no se puede con votos, se hace con topos.
Como en el viejo truco del mago: lo importante no es lo que ves, sino lo que está pasando por abajo.