Cinco delincuentes armados irrumpieron en su vivienda de Laferrere y se llevaron un arsenal de 20 armas, dinero y documentación. El poderoso juez federal, que teje redes con la inteligencia y el círculo de Santiago Caputo, fue sorprendido mientras dormía.
Política20 de diciembre de 2025
Sección País
Un robo de características cinematográficas sacudió la madrugada del oeste bonaerense y encendió las alarmas en los despachos más influyentes del poder judicial y político. Un grupo de cinco delincuentes encapuchados concretó un asalto comando en la casa de Jorge Rodríguez, el juez federal de Morón, ubicado en una zona residencial de la localidad de Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza.
El hecho ocurrió en la vivienda de la calle Ricardo Gutiérrez al 5300. El magistrado fue sorprendido mientras dormía y los asaltantes, que actuaron con una precisión que sugiere inteligencia previa, desvalijaron la propiedad. Según fuentes de la investigación, el botín no fue el de un robo al voleo: se llevaron una caja de seguridad con 10.000 dólares y 20 millones de pesos, los DNI de toda la familia y, el dato más inquietante, un arsenal de 20 armas de fuego que el juez guardaba en su domicilio.
Por el momento no hay detenidos y la custodia policial en la zona se reforzó al máximo. Los investigadores intentan reconstruir el recorrido de la banda, convencidos de que contaban con información precisa sobre los movimientos y las pertenencias del dueño de casa. Pero en los tribunales, la noticia se lee en otra clave: Rodríguez no es un vecino más, sino uno de los hombres con mayor poder silencioso del Gran Buenos Aires.
El "Canicoba del Conurbano"
Jorge Rodríguez es titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 2 de Morón. Su competencia abarca delitos complejos como narcotráfico, trata, secuestros y causas ambientales, incluyendo una parte del expediente por el saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo delegada por la Corte Suprema.
En la "familia judicial" lo apodan el "Canicoba del Conurbano". Cultor del perfil bajo pero con un poder de fuego territorial superior al de muchos intendentes, Rodríguez construyó su carrera desde 1994 tejiendo redes transversales. Se lo vincula generacional y operativamente con Federico Villena, el juez de Lomas de Zamora protagonista de diversas causas de espionaje.
Su influencia excede lo jurídico. Famoso por sus "tertulias de los viernes", el juez organiza asados y fiestas multitudinarias en la quinta Vaccarezza (propiedad del CEAMSE) donde confluyen jueces, fiscales, espías, comisarios de la Bonaerense y políticos de todos los colores. Según reveló el periodista Pedro Lacour en elDiarioAR, en su último evento de fin de año, realizado el pasado 5 de diciembre, sorprendió la presencia de Santiago Caputo, el asesor estrella de Javier Milei, moviéndose con naturalidad entre los invitados.
Vínculos con la inteligencia y la sombra narco
El robo ocurre en un momento donde el nombre de Rodríguez sonaba fuerte en el reordenamiento del sistema de inteligencia nacional. Meses atrás, su apellido circuló como candidato para auditar la División de Asuntos Internos (DAI) de la SIDE, impulsado por su cercanía histórica con sectores de la seguridad y su capacidad de ser un "nodo" entre la justicia federal y los servicios.
Sin embargo, su figura también arrastra controversias públicas. A fines de 2024, el empresario Ariel García Furfaro (HLB Pharma) protagonizó un escándalo en la puerta de los tribunales de Morón, gritando que "le arman causas a los narcos y el hijo de Rodríguez los defiende".
El empresario hacía referencia a Sebastián Rodríguez Barbaró, hijo del juez y empleado del Banco Central, quien ejerce como abogado defensor de figuras pesadas del crimen organizado, como Mario Segovia (el "Rey de la Efedrina") y el capo narco rosarino Esteban Alvarado. Esa dualidad —el padre que juzga y el hijo que defiende— es una de las tantas zonas grises que rodean al magistrado que hoy, paradójicamente, pasó de ser el hombre fuerte del oeste a la víctima de un golpe comando en su propia casa.
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