Polémica en torno al avión celeste “crema del cielo” que compró Alberto

Expertos del sector afirman que su adquisición ha sido muy poco ventajosa para el Estado. Los motivos.

Política04/05/2023Sección PaísSección País
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En el sector aeronáutico empieza a tomar características de escándalo la compra del avión celeste “crema del cielo” destinado a los desplazamientos del Presidente, por el que se pagaron US$25 millones. 

El nuevo integrante del parte aéreo es un Boeing 757-256, un modelo fabricado en 2000 que –según el Gobierno– estaba configurado como un avión comercial y en 2009 cambió su interior por equipamiento VIP.

Expertos en aviación afirman que esa adquisición ha sido muy poco ventajosa por varios motivos. A diferencia de los 737 que poseen Aerolíneas Argentinas o empresas privadas como Andes y Flybondi, esta aeronave necesitará ser asistida en el exterior ya sea para mantenimiento como para entrenamiento de su tripulación. 
Pero además de consumir más dólares, tendrá limitaciones para aterrizar en muchos aeropuertos argentinos que no tienen el servicio de rampa adecuado.

No son los únicos reproches: en la Aeronáutica aseguran que bien se podría haber acondicionado para la Presidencia un Boeing 737 de Aerolíneas, operado por personal militar. Al parecer, según se sostiene en esa fuerza, la Casa Rosada recibió una oferta por un avión de la empresa estatal por menos de US$10 millones. Menos de la mitad de lo que se terminó pagando por el 757.

Sin embargo, cerca de Alberto Fernández desmienten los reproches. Dicen que los servicios de mantenimiento locales están saturados; que los talleres carecen de simuladores; que un 737 con tanques auxiliares para largas travesías cuesta US$70 millones; que el 757 tiene menos limitaciones que su competidor para operar en pista; que el 737 es de manejo manual, con una tecnología muy anterior a la del 757; y que el costo de entrenamiento de la tripulación en el extranjero es mínimo porque se trata de una dotación muy pequeña.

Como suele suceder, en estas polémicas intervienen algunos prejuicios. Sobre el manejo de la flota presidencial pesan los escabrosos antecedentes de Leonardo Barone, su titular, señalado, entre otras fechorías, por haber administrado un hangar privado de altísima rentabilidad, derivada principalmente de no pagar el alquiler. 

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