Editorial de Camilo Cagnacci en "Contra Todo Pronóstico", sábados de 11 a 13 por Radio Colonia (AM550).
El domingo sucederá un hecho histórico: la asunción de un presidente de la Argentina que llega a partir de un partido político creado hace tan solo dos años. No necesitó para acceder al poder de conformar una coalición partidaria como sucedió en 2015 con Juntos por el Cambio. Tampoco fue necesario que perteneciera o militara dentro de ninguno de los dos grandes partidos políticos que moldearon el siglo XX: la Unión Cívica Radical y el PJ.
La llegada de Milei a la presidencia de la Nación se dio a partir de varias cosas, entre ellas: las ideas y las transformaciones en la comunicación. En el 2019, Alberto Fernández se auto percibía como un profesor universitario. Se mostraba dando clases en la Universidad de Buenos Aires. Había construido ese perfil ante las cámaras, pero que en definitiva era una cáscara vacía: nadie conocía sus ideas, a nadie le interesaban. Su docencia era un simple elemento marketinero de campaña. Nada más.
Milei, por su parte, sin apelar a mostrarse impartiendo clases en ningún claustro, hizo docencia en serio durante estos años en las calles, la TV y en las redes sociales. De hecho, uno de sus eventos más disruptivos eran sus clases abiertas en las plazas sobre economía y liberalismo. Allí se concentraban innumerables jóvenes para escucharlo y lo hacían por motu propio. No estaban anotados en ninguna cátedra, ni esperaban sacar un título de eso: solo querían escucharlo. No veían a un profesor con los pies apoyados en un pupitre dando una rutinaria clase de Derecho Penal. La docencia de Milei era diferente, desestructurada, rebelde, pero sobre todo: era de verdad. Y se manifestaba además luego de que muchos estudiantes no había podido concurrir a clases durante la pandemia. Eran señales de lo que venía.
Fue tan fuerte este fenómeno, su capacidad para hablarle a la sociedad sobre liberalismo -ideas que el kirchnerismo había tratado de enterrar durante años- que logró penetrar con su discurso en sectores en los que parecía imposible. Su prédica se empezó a repetir entre jóvenes y también en una porción del electorado histórico del PJ. Fue un terremoto. Y había cierto atractivo en lo prohibido, en lo tabú. Es que el andamiaje cultural K había convertido al liberalismo durante 20 años en justamente eso: un tema tabú. Volver a abrazar esas ideas eran un acto de rebeldía en sí mismo. Era una tentación inevitable. Se volvió irresistible ante la debacle evidente de un modelo que fracasaba.
Todo esto se dio de la mano de una revolución en las comunicaciones: la viralización de contenidos se convirtió en la principal forma de comunicar conceptos. De hecho, los influencers fueron tomando cada vez más protagonismo a la hora de moldear la opinión pública. Tanto es así, que hoy por hoy cambió el lenguaje de la TV dado que todo se piensa en términos de viralización. Hay un documental en HBO Max sobre la historia del “Late Night”, un formato puro norteamericano que lleva más de 50 años y en donde se ve la evolución de la TV. Allí, se advierte de forma clara cómo cambió la forma de pensar los contenidos y cómo hoy lo más importante es su capacidad viral. Un ejemplo claro de esto: conocimos a James Corden masivamente por su célebre carpool karaoke. Así trascendió fronteras.
En ese sentido, Milei no fue un economista, ni un político: fue un influencer. Sus participaciones en TV eran perfectas para esta nueva era. La capacidad de su equipo en las redes sociales estaba también en línea con eso. Los jóvenes eran además parte de ese fenómeno por una simple razón: hoy todos ellos son creadores de contenidos natos.
Este fenómeno, llegó incluso hasta Elon Musk, quien está desde hace tiempo en una cruzada por reforzar el rol en esta era de los individuos por sobre los medios tradicionales. Musk parece ver la importancia de no depender de la mirada de los grandes medios para formar opinión. La búsqueda de que los usuarios puedan ser cada vez más influyentes. Sin intermediarios, de persona a persona. En definitiva: que cada uno de nosotros tenga la potencialidad de ser un propio medio de comunicación en sí mismo. Milei fue auténtico, creíble, se adaptó a esta era y supo sacar provecho de todo este fenómeno. Fue una prueba más del poder de las redes sociales y su penetración. Tal es así, que su victoria ha trascendido fronteras y ha despertado el interés de una cantidad inédita de líderes internacionales, algunos de ellos incluso participarán este domingo de la asunción, como es el caso de Zelensky.
Argentina se ha convertido rápidamente en un lugar de interés. En un experimento del que una buena parte del mundo parece estar pendiente y que muchos esperan funcione bien. Ha conseguido llamar la atención y romper fronteras. Ha dejado en claro en estos meses es que las ideas y la capacidad de comunicarlas de forma adaptada a este tiempo, pueden ser más poderosas que el establishment. Fue en gran parte por eso que el economista, académico, docente e influencer, le ganó a la campaña más cara de la historia y asumirá este domingo como presidente.
Comentario editorial de Camilo Cagnacci en Contra Todo Pronóstico, sábados 11 horas por Radio Colonia (AM550).
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