Mueve Cristina

El deseo de los más papistas y la apuesta de los más conservadores, el enfrentamiento con Alberto, la elección en Brasil como un espejo que adelanta, y la próxima batalla.

Análisis y opinión 04 de mayo de 2022 Pedro Lacour
Diseño sin título (76)

Otra semana más en la Argentina del fuego amigo y la crisis permanente. La política nacional navega por aguas turbulentas, muy lejos de un pronóstico meteorológico auspicioso. A esta altura, no hay indicios de que el mal tiempo pueda llegar a disiparse antes de la campaña electoral de 2023. Aunque pensar en el año que viene, como le gusta decir a Jorge Asís, se parezca demasiado a la posteridad. Esta entrega se llama #HojaDeRuta, así que tenemos la obligación de ser optimistas. Lo máximo que podamos. 

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Todos los ojos se posarán este viernes sobre la provincia de Chaco. “Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática” reza el título rimbombante de la exposición que dará Cristina Kirchner en Resistencia, en el marco de un acto organizado por la Universidad Nacional del Chaco Austral, donde se le entregará un doctorado Honoris Causa. Será una nueva oportunidad de escuchar a la vicepresidenta, que en los últimos días se mostró muy activa.

La lógica lleva a pensar que su discurso seguirá la línea que comenzó a trazar ante los parlamentarios del EuroLat y que fuera reforzada esta semana vía Twitter. Entre la frase “que te pongan una banda y que te den el bastón no significa que tengas el poder” y la más reciente “se puede ser legítimo de origen, pero no de gestión”, existe una correspondencia que es indiscutible. Ambas esconden un mensaje subrepticio. O no tanto.

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¿Está dispuesta Cristina a seguir tirando de la cuerda? Que las tensiones que atraviesan al Frente de Todos son moneda corriente en la agenda pública, parece un dato insoslayable para cualquier observador más o menos atento. El acuerdo con el FMI marcó un punto de inflexión en la corta historia de la coalición oficialista. Sin embargo, el kirchnerismo ya no critica solamente al asediado ministro de Economía, Martín Guzmán. Ahora apunta, lisa y llanamente, contra el presidente Alberto Fernández. 

Las siempre sugestivas palabras de Andrés “Cuervo” Larroque no dejaron dudas. El martes pasado, el referente de La Cámpora volvió a exponer descarnadamente una mirada compartida por el conjunto de la tribu kirchnerista respecto a la naturaleza política del Frente de Todos. “Nosotros respetamos, pero Alberto no se va a llevar el Gobierno a la mesita de luz”, lanzó en una entrevista con María O’Donnell. Y, como si eso fuera poco, remató: “El Gobierno es nuestro”.

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Son definiciones que, en tono envalentonado, llevan a muchos a fantasear con una candidatura de Cristina en 2023. Y aunque los más papistas aventuren una fórmula presidencial con ella al frente, la gran mayoría es realista y se conforma con que la vice encabece la boleta de senadores por la provincia de Buenos Aires. Es el territorio en el que el kirchnerismo buscará guarecerse de cara al mediano y largo plazo. ¿O acaso Cristina estará esperando el resultado de la elección brasileña para decidir su destino? El posible regreso de Lula da Silva al Palacio de Planalto es visto algunos en el Instituto Patria como un espejo que adelanta.

Por lo pronto, la consideración pública de la vicepresidenta parece mantenerse inalterada. Según una encuesta difundida por la Consulta de Imagen y Gestión Política (CIGP), Cristina Kirchner cuenta con una imagen negativa del 64%, pero una positiva del 26%. Son números levemente mejores a los de Fernández. El Presidente tiene una imagen negativa del 59% y una positiva del 19%. Si esos porcentajes se tradujeran a intención de voto, en el escenario de una virtual primaria entre ambos, Cristina duplicaría a Fernández 44% a 22%. 

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Sucede que, en el fondo, la interna oficialista responde más a motivos pragmáticos que ideológicos: la sustentabilidad electoral de la criatura nacida en mayo de 2019. Tras la derrota del año pasado en manos de Juntos, el kirchnerismo sacó la conclusión de que aquel activo indispensable se perdió por culpa del ajuste fiscal llevado adelante por Guzmán. El “albertismo”, en cambio, interpretó que el fracaso se debió al hecho de haber dinamitado “el centro”, con el intento fallido de estatizar Vicentin como un hito paradigmático. Distintos prismas, un mismo problema.

El dato

La semana próxima habrá audiencias públicas para decidir cuál debería ser el monto de quita de subsidios a las tarifas de gas y de luz. El aumento que busca aprobar Guzmán para el grueso de la población es del 43%. Será un momento bisagra: se terminará de refrendar (¿o no?) el rumbo acordado en materia energética por el Gobierno con el organismo que dirige Kristalina Georgieva. La relación entre el kirchnerismo y la Casa Rosada corre riesgo de tensarse como nunca antes. Será, a fin de cuentas, tema de otra #HojaDeRuta.

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