El dilema de indagar en el pasado kirchnerista u olvidarlo

Bajo el paraguas del "pacifismo" que profesa Cúneo Libarona subyace un enorme error táctico y estratégico. Por qué.

Análisis y opinión 07 de enero de 2024 Luis Gasulla Luis Gasulla
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Un sector del gobierno de Javier Milei, que supo pertenecer a Juntos por el Cambio, se pregunta cuándo se empezará a denunciar la herencia recibida del cuarto gobierno kirchnerista. Más allá de los fríos números de la economía que el Presidente recibió de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, y que fueron expuestos con absoluta crudeza por el libertario en cadena nacional, hay otras herencias que no fueron mencionadas. 

Fue quizás el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarano, quien expuso ambos temas con llamativa contradicción. Por un lado, con datos y anécdotas concretas, la picardía y hasta maldad de sus antecesores en las oficinas y pasillos del ministerio, rompiendo instalaciones y los controles donde fichan los empleados. Explicarle lo sucedido al periodismo no es ni una persecución ni lawfare. Sin embargo, para el mismo Cúneo Libarano, el rol del poder político en materia judicial, durante los años macristas, fue de persecución al opositor. A su vez, ese rol se convirtió en el de encubrimiento a la corrupción durante el albertismo. Bajo el paraguas del "pacifismo" subyace un enorme error táctico y estratégico. Es ingenuo creer que de esa manera el kirchnerismo tratará mejor al Gobierno y apoyará leyes en el Congreso. 

La "bondad" del ministro de Justicia no fue bien recibida por exfuncionarios macristas. La crítica fue levantada por el ala dura del kirchnerismo como un intento de golpe de Estado contra Milei por parte de los halcones amarillos aliados a la vicepresidenta Victoria Villarruel. Nuevamente, el kirchnerismo actúa como la Teoría del Espejo: ellos lo hicieron con La Cámpora y Cristina Kirchner en su rol de vice. Quisieron tutelar -y lo hicieron- al gobierno de Alberto Fernández. Cuando no obedeció, intentaron voltear ministros y lo hicieron con éxito –como confesó Juan Grabois, autor de la insólita teoría.

El ladrón cree que todos son de su condición. 

Lo leemos en redes cuando los fanáticos K acusan a todo periodista que no es de su agrado de "ensobrado". Pésima costumbre que han tomado, durante la áspera campaña política PASO, los fanáticos libertarios también. Con la alianza con Patricia Bullrich, luego se moderaron.

En Comodoro Py, creen que Libarona tiene demasiados intereses en pugna. "Debe saber que ya no es abogado defensor de sus exclientes sino ministro de justicia de todos los argentinos", dicen. Libarona fue abogado en la causa "Cuadernos" y de financistas vinculados a la "ruta del dinero K" como Jabbaz, Fallas y Rubinovich. También defendió los intereses de Sergio Taselli, concesionario de la línea Roca y asesor de grandes empresarios contratistas del Estado. Fue su trabajo y lo ejerció con la nobleza que lo llevó a ser uno de los abogados penalistas más importantes del país. 

El ministro de Justicia, directa o indirectamente, juega un rol clave en el destino de las causas de corrupción si es que interesa investigarla. Durante la semana se lo pregunté al vocero presidencial, Manuel Adorni, quien negó cualquier posibilidad de pacto con Cristina Kirchner. El diputado Bertie Benegas Lynch coincidió en que se debe denunciar e investigar lo sucedido en tiempos del kirchnerismo, pero entendió que están puestos todos los cañones en enderezar la economía y esa es la prioridad. 

¿Seguirá siendo la única prioridad en dos meses cuando no haya buenas noticias para dar? Un sector de la sociedad que votó a Javier Milei en el balotaje espera verdad y justicia. La plata que falta es la plata que se robaron los que ya no están en el gobierno. Son los que aún mantienen una cuota importante de poder para desestabilizar al flamante gobierno de Milei. Mirar para otro lado sería un error estratégico y ético.

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