
Un triunfo oficialista que nadie midió, la Boleta Única que desarmó vicios del Conurbano, el boomerang del desdoblamiento, la pulverización de la “tercera vía”, el reordanamiento de la interna libertaria y un lunes económico que exige más que épica.
Argentina tiene un problema en sí misma: un sector de la sociedad –el voto Tinelli– que va y viene entre la derecha y la izquierda. Por qué.
Análisis y opinión21 de enero de 2024
Luis Gasulla
La vorágine informativa y el volcán de noticias de todos los días, nos ofrece una sensación de constante cambio pero hace años que estamos en el mismo lugar, discutiendo los mismos temas y con los mismos protagonistas, con la única excepción de la aparición sorprendente e inesperada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación.
Tato Bores es la muestra perfecta del círculo eterno que es la realidad argentina: Devaluaciones, deseo por el dólar, aumentos desenfrenados de precios, privatizaciones y estatizaciones, estatizaciones y privatizaciones, ajuste a la clase media, jubilaciones por el piso, el campo o la industria, importaciones o cerrarse al mundo, la sábana corta de la economía y las retenciones como excepción constante. En lo político discutimos desde hace décadas el rol del Estado, el poder del presidente frente a los otros poderes, el Congreso como escribanía o como máquina de impedir, los sindicatos que paran si no sos peronista y aplauden si reivindicas a Juan Domingo, el papel de los medios y de los periodistas, en particular, el enojo de los mandatarios con la tapa de un diario o con el tuit de una periodista.
Argentina tiene un problema en sí misma. Un sector de la sociedad -el voto Tinelli- que va y viene entre la derecha y la izquierda, entre la mano dura o el garantismo, entre el estatismo o las privatizaciones, que puede pasar de líderes fuertes que le cantan las 40 al mundo como Cristina Kirchner a flamantes líderes que también le cantan las 40 al mundo pero para reivindicar lo contrario que Cristina le dijo al mundo.
En el mientras tanto, los supuestos líderes sociales son expertos en echar culpas. Nadie es responsable de nada.
Luis D´elia le echó la culpa del desastre de La Matanza a los porteños. Cristina le echa la culpa a los medios de comunicación, a Comodoro Pro y a la derecha. El radicalismo le echa la culpa a Macri. Macri, al radicalismo tibio. Los libertarios a la Casta Política. Los empresarios, a la política. El campo, a la industria y a la política proteccionista. Los proteccionistas, a los que abren la economía. La extrema izquierda, al capitalismo concentrado. Y finalmente, Milei, se despachó contra el "colectivismo" que va del nazismo al socialismo pasando por los gobiernos populistas o las democracias de centro.
Para un sector del periodismo, el discurso de Javier Milei en Davos fue un desvarío que alejará las inversiones. Para otros periodistas que se sienten cómodos en el rol de oficialistas, el mundo capitalista entró en éxtasis como Elon Musk mirándolo al libertario por TV.
El fanatismo enceguece. Ni una cosa ni la otra. Paciencia. Es demasiado pronto para hacer conclusiones apresuradas.
En la semana que pasó de todo pero estamos igual, aunque, inexorablemente, siempre un poquito peor en materia económica, nadie pudo explicar qué pasó realmente en González Catán. 5 personas fueron asesinadas. 15 heridos de bala, entre ellos, uno de los tiradores. Una puntera paraguaya con antecedentes penales de todo tipo señalada como la autora intelectual de los hechos. Un gran negocio inmobiliario con las tierras que surge en Villa Celina, partido de La Matanza desde donde llevan a la gente en combis para ofrecerles un pedazo de tierra en medio de la nada de Catán o Virrey del Pino. Un intendente que maneja el distrito desde hace 2 décadas pero que dijo que no hablará de temas que están en manos de la justicia. Un gobernador que sigue angelizado.
La corrupción, mata. Desde la voladura de Río Tercero que un sector de la población lo tiene en claro. Se trata de un sector minoritario que hoy respalda a Milei pero que no cae en fanatismos. La clase media parece dispuesta a soportar un nuevo ajuste en sus ingresos. Es posible que no soporte la impunidad. Comenzó el 2024 y Cristina Kirchner amenaza con seguir manejando algunos gruesos hilos del poder en la Argentina.

Un triunfo oficialista que nadie midió, la Boleta Única que desarmó vicios del Conurbano, el boomerang del desdoblamiento, la pulverización de la “tercera vía”, el reordanamiento de la interna libertaria y un lunes económico que exige más que épica.

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