IERAL propone un “bimonetarismo ordenado” con tipo de cambio flexible y anclaje institucional

Un informe del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana plantea que la salida del estancamiento exige ordenar la convivencia peso–dólar, evitar cepos “de emergencia”, recomponer reservas con apoyo externo y encarar reformas laborales, tributarias y de gestión. Advierte que el desafío ahora es “empalmar la estabilidad con el crecimiento”.

Economía y negocios11 de octubre de 2025Sección PaísSección País
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El documento, titulado “El momento bisagra del programa económico”, sostiene que una economía bimonetaria con tipo de cambio flexible permite amortiguar mejor los vaivenes de la oferta y la demanda de divisas. La condición, remarca, es que existan alternativas seguras de ahorro en moneda extranjera dentro del sistema, para que los episodios de desconfianza no terminen con billetes debajo del colchón y para que una preferencia transitoria por el dólar se traduzca en más crédito en esa moneda dentro del mercado local.

El IERAL subraya que frenar la caída de la demanda de pesos debe hacerse con instrumentos “genuinos”: bajar expectativas de inflación y evitar el abuso de restricciones cambiarias. Apunta que la Argentina está lejos de la institucionalidad bimonetaria de Perú o Uruguay, pero ve en la crisis una oportunidad para sentar hitos hacia ese régimen y dar coherencia a las decisiones de corto plazo.

Como marco financiero, el informe enumera tres fragilidades: escasez de reservas en un año con vencimientos de deuda exigentes, problemas de gobernabilidad y serias falencias de gestión. Para el primer frente propone “muletas” de respaldo —garantías surgidas de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro de Estados Unidos— que alejen el riesgo de incumplimiento. Para los otros dos, sugiere un relanzamiento del gabinete y un entendimiento programático con parte de la oposición, evitando “volver a la época de los cepos”.

En el plano político, considera probable que un acuerdo con los gobernadores resulte más operativo en la Cámara de Diputados que en el Senado, por la composición de cada cuerpo. Y define prioridades productivas: hidrocarburos, energía nuclear, minería, industria con especialización, servicios (salud, economía del conocimiento, turismo) y agroindustria. Sobre este último sector, recuerda que emplea al 16 por ciento de la fuerza laboral local —frente a 26 por ciento en Brasil— y que requiere herramientas para reconversión y escala.

El capítulo de reformas es explícito: terminar con la “industria del juicio”, modernizar las reglas laborales, y encarar un aggiornamento tributario profundo. El instituto afirma que el ajuste fiscal ya ayudó a una primera etapa de desinflación, pero que el desafío mayor es empalmar esa estabilidad con crecimiento, lo que exige un salto de calidad en la gestión del Estado y reconstituir equilibrios macroeconómicos, en especial en el frente externo.

Sobre el mercado de cambios, el IERAL describe dos caminos posibles para corregir desequilibrios: una recesión profunda con un tipo de cambio muy alto que reduzca la necesidad de financiamiento, o un mix de instrumentos que normalice la demanda de divisas sin que los dólares terminen fuera del sistema. Para eso, ve imprescindible la llegada de inversión extranjera directa y la recuperación del acceso al crédito voluntario para refinanciar vencimientos, evitando caer en un ajuste exclusivamente recesivo.

El informe pone la lupa en el sistema financiero. Advierte que los plazos fijos privados hoy equivalen, en magnitud, a los de abril de 2018, pero con encajes más expuestos a títulos públicos. Esa composición vuelve más vulnerable a los bancos ante retiros masivos, porque obligaría a vender bonos y complicaría el refinanciamiento de la deuda local. Pese a ello, rescata un dato a favor: los depósitos en dólares de privados rondan los 33.800 millones y más que duplican los de fines de 2023, señal de que los ahorristas no le retiraron su confianza al sistema.

También revisa medidas recientes. La eliminación temporal de retenciones para el agro habilitó liquidaciones por unos 7.000 millones en septiembre, pero el Tesoro capturó solo el 38 por ciento de ese flujo y el costo fiscal fue cercano a dos décimas del Producto Interno Bruto. Además, el “efecto frazada corta” ya aparece: se espera que entre octubre y diciembre las liquidaciones promedien 700/800 millones mensuales, muy por debajo del ritmo de enero a septiembre. La recaudación del Impuesto al Valor Agregado por ventas internas cayó 3 por ciento desestacionalizado contra agosto, mientras que el IVA aduanero subió 7 por ciento por adelanto de importaciones ante expectativas de devaluación.

De cara al régimen cambiario, el IERAL recuerda que un esquema de bandas exige más reservas que la libre flotación. Toma como referencia del Fondo Monetario Internacional que países con arreglos “flexibles” operan con colchones equivalentes, al menos, al 20 por ciento del Producto Interno Bruto; hoy la Argentina ronda los 6 puntos. Por eso insiste en una transición “apoyada” en respaldo externo para no forzar al límite la paridad, recomponer reservas y, con ello, detener la caída de la demanda de pesos.

La conclusión es nítida: no retroceder en la normalización económica es condición para que el Riesgo País retome una senda descendente —hoy cerca de 900 puntos— y para que la estabilidad no sea un paréntesis. El programa, advierte, está en un punto de inflexión: sin reglas claras para un bimonetarismo ordenado, sin reformas y sin una gestión pública más profesional, la Argentina corre el riesgo de volver a la lógica de parches y controles que, a la corta, terminan jugando en contra.

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